Cuando dejo que el Buen Espíritu me guíe, la vida adquiere una nueva dimensión.

Buenos días, feliz lunes y muchas bendiciones.
 
En el evangelio de hoy (Juan 3: 1-8) Nicodemo se acerca a Jesús. Nicodemo era fariseo y también gobernante de los judíos. No quería que los judíos supieran que quería hablar con Jesús. Por eso, Nicodemo decidió que se acercaría a Jesús por la noche. ¡Con suerte, la oscuridad lo ayudaría a permanecer en el anonimato!
 
Nicodemo le dijo a Jesús que él entendía que Jesús era un maestro que había venido de Dios. Las maravillas y señales que Jesús había hecho habían convencido a Nicodemo de creer en Jesús como un enviado de Dios. ¡No había otra explicación para el poder y la capacidad de Jesús para sanar a las personas enfermas y resucitar a l@s muert@s!
 
Jesús luego le dice a Nicodemo que cualquiera que desee entrar en el Reino de Dios tendría que nacer de agua y del Espíritu. Nicodemo le preguntó a Jesús cómo alguien podía nacer de nuevo. ¡Esto era imposible! ¡Jesús, sin embargo, estaba hablando de nacer del espíritu! Hay dos nacimientos diferentes: uno de la carne y otro del espíritu.
 
¿Has “nacido” del Espíritu? ¿Puede recordar un momento de su vida en el que experimentaste una nueva vida y gracia y sentiste que habías "nacido de nuevo"? Puede haber sido durante un retiro, un Cursillo, el nacimiento de un hijo/hija o encontrar un trabajo después de muchos meses de búsqueda. O puede haber sido tan simple como experimentar la nueva vida de la primavera. Los obsequios maravillosos pueden ser asombrosos o pueden ser simples obsequios.
 
¿Anhelas renacer en este momento de tu vida? Si es así, pídale a Jesús que “cree nueva vida” en ti. Si lo hacemos, quizás Jesús nos regale lo que deseamos. Sin embargo, ¡debemos mantener la mente y el corazón abiertos! Jesús obra con mayor frecuencia de maneras sutiles, ¡no con fuegos artificiales! Y los regalos que recibimos pueden no ser los que esperábamos. ¡De hecho, podemos recibir regalos que son mucho más grandes de lo que jamás hubiéramos pedido!
 
Yo también, como Nicodemo, encuentro difícil imaginar cómo puedo cambiar lo que es tan claramente una parte de mí. Pido la gracia de saber dónde me invita Jesús a nacer de nuevo, en las cosas grandes o pequeñas, y a hacer todo lo posible para cumplir su voluntad.
 
Cuando dejo que el Buen Espíritu me guíe, la vida adquiere una nueva dimensión. Ya no estoy atrapado en un surco, viviendo una vida plana y aburrida. Empiezo a notar más a Dios. Veo a la gente fresca como imágenes de Dios, inmortales extraordinarias. Me veo a mí mismo como portador del gran amor de Dios que hay que compartir. Me convierto en un espíritu más libre y una persona más feliz.
 
Reflexionando sobre nuestro bautismo, ¿alguna vez he tenido la sensación de haber "renacido", de algún cambio radical en tu vida como resultado de haber sido bautizad@? ¿Cuáles son tus sueños de "renacer"? ¿Qué tan diferente podría ser tu vida?
 
Bendiciones
 
Padre Luis +