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Hablando apocalípticamente, aquí no se rinde nadie

Hablando apocalípticamente, aquí no se rinde nadie. 

 

Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones. 

 

El Evangelio de hoy (Lucas 21:29-33) presenta las recomendaciones finales del Discurso Apocalíptico. Jesús insiste en dos puntos: (a) la atención que debe prestarse a los signos de los tiempos (Lucas 21: 29-31) y (b) la esperanza fundada en la firmeza de la palabra de Dios que aleja el miedo y la desesperación (Lucas 21: 32-33).

 

La referencia de Jesús a la higuera evoca su parábola anterior sobre el árbol al que se le dio una segunda oportunidad de dar fruto. Hoy me pregunto; ¿tengo el coraje de empezar de nuevo cuando me quedo en el camino? ¿Qué tan bien leo los signos de los tiempos, los signos que me dicen lo que es valioso y qué pasa?

 

Se nos dice que el mundo en el que vivimos algún día desaparecerá, pero las palabras de Jesús, palabras de verdad y vida serán válidas para siempre. Estas palabras representan una visión de la vida y esos valores eternos que entendemos como emanados de Dios.

 

Esta parábola podría usarse para ilustrar parte de lo que hoy entendemos por "discernimiento". La palabra se aplica a un proceso de búsqueda de la voluntad de Dios y decidir cómo responder a ella. A través de la contemplación del evangelio nos permitimos absorber las actitudes y valores de Jesús. Estos se convierten entonces en los criterios por los que evaluamos la situación en la que nos encontramos y el problema particular que requiere una decisión. De alguna manera buscamos "señales". Estos no serán disturbios cósmicos en los cielos, sino movimientos internos de consuelo o desolación espiritual.

 

Al finalizar el año litúrgico, ¿hay algo en mi vida que deba discernir? Si es así, oro para poder reconocer las señales e interpretarlas correctamente. Esa es una lección difícil de aprender: que cuando nuestras vidas son perturbadas e inciertas, el reino de Dios está cerca. Está presente tanto en nuestros misterios dolorosos como en nuestros gozosos. 

 

Las palabras de Dios, la fidelidad y las promesas de Dios y el amor de Dios nunca nos dejarán. Así como las higueras maduran cada año y dan fruto, Dios es veraz y segura. La oración basada en las palabras de Dios nos da una seguridad y un amor en la vida que nada puede mover.

 

En medio de todo tipo de desastres naturales, económicos y de otro tipo, la palabra de Dios ofrece verdad y un lugar fuerte. Es una roca sobre la que nos apoyamos y sobre la que resistimos las fuerzas del mal en la cultura y en nuestras propias vidas. Hay algo en Jesús que nunca desaparece. Encontramos eso en la oración. Pero que quede claro, todo este lenguaje apocalíptico es para que estemos list@s y que, en medio de los problemas, en vez de lamentarnos y ponernos a llorar, nos pongamos de pie y sigamos construyendo un mundo mejor. El que tenemos actualmente es un desastre terrenal. No hay que morirse para ver los cambios de un nuevo orden. Comencemos a construir el paraíso aquí en la tierra ahora mismo.  Hablando apocalípticamente, aquí no se rinde nadie. 

 

Jesús dice mirar a la higuera para contemplar los fenómenos de la naturaleza. ¿En mi vida ya he aprendido algo al contemplar la naturaleza?

 

Bendiciones

 

Padre Luis +

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Viernes, Noviembre 27, 2020 - 17:15

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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