Misericordia quiero, no sacrificio.

 
Lectura: Os digo que algo más grande que el templo está aquí. Si hubieras sabido lo que significan estas palabras: Misericordia quiero, no sacrificio, no habrías condenado a los inocentes. Mateo 12:6-7.
 
Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el Evangelio de hoy (Mateo 12:1-8), Jesús y sus discípul@s caminaban por un campo de trigo. Era el sábado. L@s discípul@s tenían hambre y, sin pensarlo, comenzaron a recoger un poco del grano para luego comérselo. Hubo varios fariseos que vieron a l@s discípul@s hacer esto. Inmediatamente se acercaron a Jesús y le dijeron que la acción de sus discípul@s era ilegal porque era sábado. No se debía trabajar en sábado. ¡L@s discípul@s no solo estaban recogiendo el grano, sino que también estaban comiendo grano que no tenían derecho a comer!
 
Puede ser útil saber que, en la época de Jesús, se animaba a los agricultores a dejar algo de trigo en los bordes de los campos para que comieran las personas pobres. Por lo tanto, Jesús y l@s discípul@s no estaban robando grano de los agricultores, sino que estaban haciendo lo que era costumbre. Sin embargo, los fariseos aprovecharon esta oportunidad para criticar a Jesús.
 
Jesús respondió a la pregunta de los fariseos usando el ejemplo de David del Antiguo Testamento. Cuando David y sus compañeros tuvieron hambre, entraron en la Casa de Dios y comieron la ofrenda de pan que solo los sacerdotes podían comer. Entonces Jesús preguntó a los fariseos: “¿Consideran que el acto de David es ilícito?” También les recordó que, en distintos momentos a lo largo de la historia, los sacerdotes del templo habían violado el sábado. ¿Los fariseos consideraban a estos sacerdotes culpables o inocentes de un crimen? Entonces Jesús declara: “Misericordia quiero, no sacrificio”.
 
La misericordia es un gran regalo. ¡Es un regalo cuando recibimos misericordia de Jesús! Sin embargo, también es un gran regalo cuando recibimos el don de la misericordia de otra persona. ¿Recuerdas algún momento de tu vida en el que alguien haya sido misericordios@ o compasiv@ contigo? Es posible que hayan sido amables y comprensiv@s, incluso si no lo merecías.
 
Misericordia quiero y no sacrificio. Escucho el desafío en estas palabras, ya que Jesús me pide que busque ser misericordios@ en lugar de parecer y sentirme dign@ ante Dios porque he cumplido con todos mis deberes. Dios quiere muchas cosas de mí, pero lo que más quiere es que lo imite en su misericordia hacia los que no la merecen. Miro mis actitudes y pido ser más como Dios en su bondad.
 
Jesús siempre nos anima a hacer lo que es amoroso, amable y sensato. La ley es importante y esencial; sin embargo, si no tenemos cuidado, podemos hacer de la ley nuestro dios. Y este no es el Dios que Jesús quiere que adoremos. Para Jesús, la ley del amor siempre reina suprema. ¡Hoy, que la ley del amor reine en nuestras vidas!

Bendiciones,
 
Luis+