Mi corazón es ahora el lugar que necesita ser preparado y estar listo para recibir a Jesús.

 
Lectura: El primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, cuando era costumbre sacrificar el cordero de la Pascua, los discípulos de Jesús le preguntaron: "¿Adónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?" Marcos 14:12
 
Buenos días, feliz jueves y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el Evangelio de hoy (Marcos 14:12a 22-25) escuchamos un pasaje que remite al Jueves Santo. Es la versión de Marcos de la Última Cena y la institución del Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¡Qué maravilloso regalo nos ha dado Cristo! ¡Él no sólo dio su vida por nosotr@s, sino que permanece vivo y presente para nosotr@s en la celebración de la Eucaristía! Jesús no nos ha dejado; Él permanece entre nosotr@s “vivo y bien”. ¡Él continúa amándonos, nutriéndonos y dándonos gracia!
 
En otras palabras, hoy se nos recuerda una vez más el gran don que Jesús nos ha dado en la Eucaristía. ¿Valoro este regalo o se ha vuelto tan familiar que he perdido el sentido de su grandeza? Como leemos en el Evangelio de hoy sobre la primera Eucaristía, también vemos que hubo mucha preparación involucrada. Había que encontrar un lugar adecuado, amueblado y listo, y en ese lugar había que hacer los preparativos para recibir a Jesús.
 
Esto significa que, para recibir la Eucaristía, debe ser en un lugar bien preparado. La pregunta es: ¿Dónde debemos encontrar un lugar para recibir la Sagrada Eucaristía? Mi corazón es ahora el lugar que necesita ser preparado y estar listo para recibir a Jesús. ¿Me tomo el tiempo para hacer esto? Reflexiono sobre esto hoy, y le pido a Jesús que me haga darme cuenta del maravilloso regalo que se me da cada vez que comulgo.
 
Jesús también nos llama a vivir como él lo hizo. Jesús obra entre nosotr@s de muchas y variadas maneras. Y Jesús obra a través de ti y de mí. ¡Él nos llama a derramar nuestra vida y amor a las personas y al mundo que nos rodea! Tod@s tenemos regalos para dar. Puede que no sean extraordinarios, inusuales o sorprendentes. Muy probablemente los mayores regalos que tenemos para dar son nuestro amor, cuidado, atención, tiempo, escucha, apoyo y esperanza.
 
Hoy puede ser un buen día para preguntar: ¿Cuáles son los dones que Dios/Jesús me ha dado? ¿Cómo los comparto con las personas que me rodean y con nuestro mundo? ¿Los comparto libre y espontáneamente? ¿O solo los comparto cuando me lo piden? Cada día estamos llamad@s a seguir los pasos de Jesús. Nos llama a compartir libremente lo que tenemos, aunque nos parezca insignificante. ¡Lo que pensamos que es insignificante o pequeño puede ser un gran regalo para alguien con quien nos encontremos hoy! ¡Verdaderamente, somos el Cuerpo y la Sangre de Cristo en nuestro mundo hoy! ¡Debemos “derramarnos” como lo hizo Jesús! La pregunta es: ¿lo haremos?
 
Sin embargo, la Eucaristía se ha utilizado no como una experiencia de liberación religiosa, sino como una reunión mágica. Necesitamos entender que, ante cualquier forma de injusticia, la participación en la Eucaristía nos impulsa hacia la curación. Frente a las estructuras dominantes del pecado, la participación en la Eucaristía insta a que transformemos esas estructuras. Ante la división social y política, la participación en la Eucaristía es un vínculo que reconcilia. La Eucaristía puede provocarnos y ayudarnos en esta transformación radical a medida que nos convertimos en testigos del amor en las comunidades a las que pertenecemos.
 
Bendiciones,
 
Luis+