La tumba está vacía

El Evangelio de hoy (Juan 20: 2-8) tiene grandes realidades de reflexión para cada un@ de nosotr@s.

Primero, nos dice que una mujer, María Magdalena, fue la primera testigo de la resurrección de Jesús porque cuando el resto de l@s discípul@s se escondían porque tenían miedo o estaban demasiad@s entretinid@s con los asuntos del diario vivir, ella no perdió la fe y salió al encuentro del Jesús resucitado. Y aquí la invitación para hoy es para que no perdamos la fe, o sea, no dejemos que nos desanimen. Por esto hoy yo quiero encontrar la resurrección de encontrar el cielo aquí en la tierra. O sea, que para vivir esta transformación no hay que morirse, solo hay que aprender a vivir.  

Segundo, los dos discípulos, Pedro y Juan, salieron corriendo al encuentro del Jesús resucitado. Uno (Juan) corrió más rápido que el otro (Pedro), pero ambos llegaron a la misma vez a ese encuentro solo porque Juan siempre esperó a Pedro quien corría mas lento. En este proceso de solidaridad radical yo siempre debo de esperar por mis hermanas y hermanos porque la liberación salvífica de Jesús siempre ha sido colectiva.  La pregunta que Jesús me está haciendo es: ¿en dónde está tu herman@?

Y tercero, esta lectura de hoy es el encuentro entre el nacimiento del niño Jesús, que vino a traer el proyecto de liberación salvífica y la tumba vacía de una resurrección. Es aquí en donde debemos de experimentar esa transformación personal, relacional y colectiva de la Navidad y la Pascua. El paradigma para ti y para mí es: El niño que acaba de nacer y el adulto que sigue resucitando.

Ahora, ¿a dónde lleva todo esto? Como parte de nuestras celebraciones navideñas, la historia de Juan el amado nos atrae a abrir nuestros corazones para amar a Jesús y a nosotr@s mism@s. Amarnos a nosotr@s mism@s nos lleva al segundo principio de Kwanzaa: la autodeterminación. En las Naciones Unidas se declara que la autodeterminación establece que las personas, basadas en el respeto del principio de igualdad de derechos y la igualdad justa de oportunidades, tienen el derecho de elegir libremente su soberanía y estatus político internacional sin interferencia. Esto, mis hermanas y hermanos, es un mensaje radical de Navidad que Jesús nos ha dado.

Bendiciones

Padre Luis +