¿Qué tan buen@ eres para pedirle ayuda a Dios?

 
Lectura: Pide y se te dará; Busca y encontraras; llama y la puerta se te abrirá. Mateo 7:7.
 
Buenos días, feliz jueves y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el Evangelio de hoy (Mateo 7:7-12) Jesús continúa Su enseñanza a sus discípul@s. Comienza indicándoles que “pidan”. Jesús promete que, si pedimos, encontraremos lo que estamos buscando. Continúa diciendo que, si pedimos, se nos dará y si llamamos, ¡la puerta se nos abrirá!
 
“Pedir” no siempre es fácil para much@s seres humanos. La mayoría de nosotr@s somos bastante independientes y quizás, a veces, demasiado autónom@s. La frase o pensamiento: “yo mismo puedo hacerlo” está arraigada en much@s de nosotr@s. Y hasta cierto punto, esta puede ser una buena actitud para tener. ¡Disfrutamos ayudar a l@s demás! Sin embargo, para much@os de nosotr@s no es fácil pedir ayuda. De hecho, ¡puede que nos sintamos más cómod@s ayudando a otr@s en lugar de recibir ayuda nosotr@s mism@s!
 
En estas breves instrucciones para la oración Jesús nos invita a acercarnos a Dios con el corazón expectante pidiendo lo que necesitamos. Dios siempre está escuchando nuestras oraciones. “Todo se puede hacer por el que cree” (Marcos 9:23). Dios me acoge con un abrazo amoroso, y desea darme “cosas buenas” cuando se las pido con corazón sincero y abierto. ¿Estoy verdaderamente abier@o con Dios en mi oración? ¿Comparto con ellal todo lo que estoy viviendo, mis luchas y mis alegrías, y las situaciones concretas para las cuales necesito su ayuda?
 
Por cierto, la oración nunca es en vano. Las cosas buenas vienen en la oración, tal vez no lo que alguien pide. La oración abre el corazón a las cosas buenas de Dios. Se agradecid@ al final de la oración por el tiempo pasado con el Dios de toda bondad. El tiempo de oración es siempre un tiempo productivo para hacernos personas de más amor.
 
Ahora pregúntate: ¿Qué tan buen@ eres para pedirle ayuda a Dios? ¿Te da miedo volverte a Dios y decir: “Necesito que estés conmigo, para ayudarme” ¿Tengo miedo de que Dios no responda a mi clamor, a mi necesidad? Hoy puede ser un buen día para preguntarnos: ¿confío en Dios? ¿Confío en que Dios me ama incondicionalmente? ¿Confío en Dios para que me ayude?
 
Ahora: ¡tómate un momento y recuerda un momento en el que realmente sentiste la presencia de Dios! ¿Cuál era la situación? ¿Cómo supiste que Dios estaba allí? ¡Respira ese recuerdo! ¡Confiaste en Dios y Dios no te falló! Hoy pídele a Dios lo que necesitas y deseas. Mantente atento y nota la presencia de Dios hoy. ¡Dios está contigo y conmigo! ¿Creemos eso? ¡Oro para que lo hagamos!
 
Bendiciones,
 
Luis+