Se consciente de tu juicio sobre las personas con las que te encuentras.

Lectura: “En verdad les digo”, continuó, “ningún profeta es aceptado en su ciudad natal. Lucas 4:24.
 
Buenos dias, feliz lunes y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el evangelio de hoy (Lucas 4: 16-30) Jesús está en su ciudad natal de Nazaret. Era sábado y, como era su costumbre, fue a la sinagoga. Cuando entró en la sinagoga, Jesús se puso de pie para leer. Se le entregó el rollo del profeta Isaías. Leyó este pasaje: “El Espíritu de Dios está sobre mí porque me ha ungido para llevar buenas nuevas a l@s pobres. ¡Me ha enviado a proclamar la libertad a l@s cautiv@s y la vista a l@s cieg@s, a dejar libres a l@s oprimid@s y a proclamar un año agradable al Señor! Luego enrolló el pergamino y dijo: "Hoy se cumple este pasaje ante sus oídos". En este evangelio Jesús declara abiertamente su proyecto de liberación salvífica holística, pero lo juzgaran mal.  
 
Tómate un momento y ponte en el lugar de las personas que escuchan a Jesús. Recuerde, estaba en su ciudad natal de Nazaret. Muchas de estas personas lo habían visto crecer, lo habían visto jugar y lo más probable es que lo corrigieran en ocasiones. Conocían muy bien a Jesús. Como les era tan familiar, les habría resultado fácil rechazar sus palabras y su proclamación. Sin embargo, hablaron muy bien de él y se sorprendieron de su habilidad para predicar. Sin embargo, también dijeron: “¿Es este hombre el hijo de José, el carpintero? ¿De dónde obtuvo todo este conocimiento y sabiduría? "
 
Jesús sabía muy bien que, por lo general, no se aceptaba a un profeta en su ciudad natal. Sin embargo, también deseaba compartir sus buenas nuevas con las personas que había conocido y amado desde la niñez. Lamentablemente, la gente no abrió sus mentes y corazones a Jesús. Era demasiado diferente de lo que esperaban que fuera. Después de todo, ¿quién se creía que iba a venir a predicarles? ¿Creía que era mejor que ell@s? La gente del pueblo se enojó tanto con Jesús que lo sacaron de la ciudad con la intención de arrojarlo por un precipicio. Simplemente era demasiado para ell@s. Sin embargo, Jesús con tristeza, pero calma, caminó entre la multitud y se fue.
 
Nuestra reacción inicial a este Evangelio puede ser de conmoción o consternación debido a la reacción de sus vecin@s y amig@s. Sin embargo, ¿alguna vez ha rechazado a Jesús porque no era quien pensaba que debería ser? ¿O porque no hizo lo que esperabas que hiciera por ti? Si es así, tal vez puedas identificarte con l@s vecin@s de Jesús. Puede ser fácil juzgar o criticar a Jesús cuando no está actuando como esperamos que actúe.
 
¿Puedes identificarte con Jesús? ¿Ha habido momentos en su vida en los que fuiste rechazad@ porque no eras la persona que un familiar o amig@ esperaba que fueras? Asumo que sí. Incluso la gente buena se pone celosa, envidiosa y enojada a veces. ¿Ha habido situaciones en tu vida en las que rechazaste a otra persona porque no estaba siendo la persona que querías que fuera? Asumiría que tod@s hemos estado a ambos lados de la verja.
 
Hoy les invito a ser conscientes de su juicio sobre las personas con las que se encuentran. Es cierto que el juicio a menudo es automático y casi inconsciente. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que estamos juzgando a otr@, podemos optar por apartarnos del juicio y dejar que Dios sea el juez. No solo liberará a la otra persona, ¡también nos liberará a nosotr@s!
 
Bendiciones,
 
Padre Luis +