¿Cuál es tu espíritu impuro?

 
Lectura: Cada vez que lo veían los espíritus impuros, se postraban ante él y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Marcos 3:11.
 
Buenos días, feliz jueves y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el evangelio de hoy (Marcos 3: 7-12), Jesús y l@s discípul@s se retiraron al mar. Sin embargo, una gran cantidad de personas de Galilea, Judea, Jerusalén y otras regiones los siguieron porque habían oído cómo Jesús había curado enfermedades. Así, personas que padecían diversas enfermedades acudían a Jesús con la esperanza de que también ellas pudieran ser sanadas. La multitud seguía presionando a Jesús.
 
Los espíritus impuros también estaban presentes en la multitud. Cuando estos espíritus impuros vieron a Jesús, se postraron frente a él y gritaron: “Tú eres el Hijo de Dios”. Ante estas palabras, Jesús ordenó severamente a los espíritus impuros que se callaran. No debían darlo a conocer.
 
Podríamos pensar que el término “Hijo de Dios” se entendió en este siglo temprano como se entiende típicamente en nuestros días y época. En los días de Jesús, otras personas también eran conocidas como “hij@s de Dios”, como los reyes y l@s hij@s de l@s dioses egipcios. Muchos emperadores romanos también recibieron el título de “hijo de Dios”.
 
Sin embargo, en el Antiguo Testamento, el nombre “hijo de Dios” normalmente se usaba para referirse a una persona que estaba especialmente cerca de Dios. Quizás Jesús fue llamado “el hijo de Dios” ya que estaba en unión con Dios. Los demonios en este Evangelio inmediatamente reconocieron a Jesús y su santidad. Por lo tanto, los demonios temían a Jesús con razón. Sin embargo, Jesús ordenó a los demonios que no lo dieran a conocer.
 
Cuando escuchamos una historia como esta y experimentamos cuán agitada fue la vida de Jesús, podemos sentir que nuestras vidas son muy tranquilas en comparación. En esos momentos es importante darse cuenta de que Jesús está presente y nos habla individualmente, en el acontecimiento interior de nuestras vidas, amándonos a cada un@ de nosotr@s incondicionalmente. En su presencia podemos ser plenamente quienes somos.
Acompaña a Jesús mientras te demuestra lo que más aprecia de tu vida, y toda la devoción a él y a l@s demás que hay en ella.
 
¿Cuál es tu espíritu impuro? Tod@s tenemos al menos un espíritu impuro y quizás tenemos dos o tres espíritus impuros que ocupan nuestro cuerpo, mente o espíritu. Hoy te invito a identificar un espíritu impuro del cual deseas ser liberad@. ¿Cuál es la curación que anhelas?
 
Ve a Jesús hoy y siéntate con él por un rato. Habla con él acerca de tu espíritu impuro. Pídele a Jesús que expulse tu espíritu impuro y te recupere. Luego siéntate en silencio durante 15-20 minutos. Confía en Jesús para limpiar tu mente y cuerpo de estos espíritus. Si sientes que están regresando, una vez más siéntate en silencio y pídele a Jesús que lo limpie una vez más. Eventualmente, los espíritus te dejarán y experimentarás paz. ¡Confía en que Jesús desea sanarte! ¡Confía en que él te sanará!
 
Bendiciones,
 
Luis+