La conversión no es algo que solo sucede una vez en la vida.

Lectura: Les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Marcos 16:15-16.
 
Buenos días, feliz martes y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el pasaje del evangelio de hoy (Marcos 16:15-18), Jesús se aparece a los once apóstoles. Él les instruye: “¡Id por todo el mundo y proclamad las buenas nuevas a toda criatura!”. Jesús luego agrega: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; y el que no creyere, será condenado”. Luego les dice a los apóstoles que podrán realizar señales extraordinarias. Predicarán en su nombre. Expulsarán demonios. Hablarán nuevas lenguas, agarrarán serpientes y beberán veneno, pero no serán dañad@s. Además, tendrán la capacidad de curar a cualquiera que esté enferm@.
 
En esta historia del Evangelio aprendemos la verdad central que Jesús predica y nos envía a proclamar a toda la creación. Él lo llama las “buenas nuevas” del amor y la voluntad de Dios o el sueño para nosotr@s.
 
La conversión no es algo que solo ocurre una vez en la vida. Es algo que nos puede pasar varias veces a lo largo de nuestra vida. Estemos list@s para responder cada vez que el Señor nos llame a algo más grande. ¿Cómo estoy proclamando las buenas nuevas del evangelio y estoy abiert@ a hacer algo más?
 
Estas palabras se presentan como la última instrucción de Jesús a sus discípul@s antes de ascender al cielo. Ahora tienen la responsabilidad de proclamar las buenas nuevas como lo había hecho él. Y deben hacerlo con valentía. Nótese la universalidad de la misión: “a todo el mundo”, “a toda la creación
 
¿Ves cuán apropiada es esta lectura en la fiesta de San Pablo? Su conversión (que es el centro de esta fiesta en particular) lo preparó para convertirse en apóstol de los gentiles (los pueblos paganos). Sus largos viajes le llevaron a recorrer gran parte del territorio que comprendía el Imperio Romano. Predicó y sanó, fundó y apoyó comunidades locales. Su vida nos enseña que la misión (alcance) no es una opción. La Iglesia es misionera por su misma naturaleza.
 
Hoy Jesús nos habla esas mismas palabras. Él también nos llama a proclamar la buena nueva a todas las personas que nos encontramos. Podemos hacerlo a través de nuestras palabras y nuestras acciones. Tal vez nuestro cuidado y atención a las personas los cure de su soledad. Tal vez al notar a esa persona y entablar una conversación con ella, su "demonio" ya no tendrá un poder tan grande sobre él o ella. Hoy Jesús nos llama a “proclamar las buenas nuevas”. ¿Responderemos a su llamada?
 
Bendiciones,
 
Luis+