Como cristian@s, hacemos mejor en vernos a nosotr@s mism@s como la semilla de mostaza: pequeñ@s, como niñ@s, humildes y confiad@s.

 
Lectura: Nuevamente dijo: “¿A qué diremos que es el reino de Dios, o qué parábola usaremos para describirlo? Es como una semilla de mostaza, que es la más pequeña de todas las semillas en la tierra. Lucas 4:30.
 
Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones mi querida familia.
 
En el Evangelio de hoy (Marcos 4:26-34) Jesús sigue hablando del Reino de Dios. La imagen
Él usa en el Evangelio de hoy la imagen de las semillas y cómo crecen. Les cuenta a sus discípul@s la parábola del sembrador y la semilla. Conocemos bien la historia. El agricultor esparce la semilla y luego espera pacientemente a que brote y crezca. El agricultor confía en que las semillas harán lo que es natural para ell@s. Confía en que crecerán, madurarán y darán fruto.
 
Ambas parábolas ofrecen palabras de aliento a una Iglesia en lucha, que vive en pequeñas comunidades dispersas y rodeada de elementos hostiles dispuestos a destruirla. Hoy todavía necesitamos tener confianza en el poder del Reino para sobrevivir y extenderse a pesar de la hostilidad que encontramos en la sociedad actual.
 
Luego les da a sus discípul@s otro ejemplo de cómo es el reino de los cielos. Esta vez Jesús usa la imagen de la semilla de mostaza. Él les dice que la semilla de mostaza es la más pequeña de todas las semillas. Sin embargo, cuando esta diminuta semilla crece, se convierte en una de las plantas más grandes y productivas.
 
La noticia de que el Reino de Dios estaba entre nosotr@s fue la noticia principal que trajo Jesús. Esta es la Buena Noticia del Evangelio. Es la noticia de que nuestro Dios no está lejos y apartado de nosotr@s en alguna esfera lejana. En cambio, Dios está en medio de nosotr@s, activo en nuestra vida cotidiana, ofreciéndonos dones de libertad y plenitud de vida.
 
Igualmente, consoladora es la segunda parábola que también trata del crecimiento. La pequeñez de la semilla de mostaza no impide que se convierta en “el más grande de todos los arbustos” (una exageración, ¡pero esto no es una lección de botánica!). Las personas cristianas con frecuencia se ven tentadas a querer ser la religión más numerosa, poderosa e influyente del mundo. Incluso si tales esperanzas se cumplieran, esto no garantizaría que el reino de Dios hubiera llegado. Como cristian@s, hacemos mejor en vernos a nosotr@s mism@s como la semilla de mostaza: pequeñ@s, como niñ@s, humildes y confiad@s.
 
¿Estoy list@ para permitir el reinado de Dios en mi propia vida? ¿Puedo acoger a Dios y los dones de Dios, y ofrecerle a Dios el mayor regalo que puedo dar: mi confianza? ¿Estoy list@ y dispuest@ a permitir que Dios me transforme?
 
Bendiciones,
 
Luis+