El fantasma del desaliento

En el Evangelio de Lucas 24 (13-35) se nos dice; Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús. Los de Emaús son una muestra muy clara del estado de ánimo de la mayoría el día de la resurrección. Han perdido la esperanza y se vuelven a sus casas, porque su fe era insuficiente. Están tristes, como desencantad@s. Cuando en aquel terrible Viernes, Jesús en vez de subir al trono de David, fue levantado sobre la cruz, sintieron sus discípul@s el derrumbamiento de gran parte de sus esperanzas.
 

Vale la pena recordar a los discípulos de Emaús si alguna vez nos ataca el fantasma del desaliento o la desesperanza; Jesús nunca nos dejará sol@s de una manera o de otra nos acompañará en el camino y nos hablará, pero conviene pedirle que se quede con nosotr@s para que su presencia se haga continua en nuestra vida.

Muchas veces Jesús utilizará nuestras vidas para que otras personas encuentren el consuelo y la luz en sus vidas en tinieblas. No se trata sólo de ser Apóstoles, sino el mismo Cristo que pasa por sus vidas como ha pasado por la nuestra para orientar a la persona perdida, consolar a quien esta triste y animar a quienes están desesperanzad@s. Esta es nuestra responsabilidad ahora mismo en nuestra iglesia Santa Cruz. En el día de hoy mientras escucho la voz de Dios en el clamor del pueblo, seguimos resucitando la esperanza de la desesperanza, aniquilando la anestesia espiritual. Esto hermanos y hermanas es una invitación de amor que aniquila al fantasma del desaliento. ¡Está prohibido desanimarse!  

Bendiciones,

Padre Luis+