El llamado de Dios

Jesús comienza su ministerio proclamando las "buenas nuevas" del evangelio, que es que "el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado" (Marcos ‪1:15‬). Reflexione también que Marcos pinta la proclamación de Jesús de que el reino vendrá no solo como un regalo ("buenas noticias"), sino también con una demanda ("arrepentirse").
 

Hasta donde sabemos, cada uno de los discípulos fue elegido y llamado personalmente por Jesús. Creemos también que Dios nos llama a cada un@ de nosotr@s. Dios no solo nos llama a seguir a Jesús, sino que también nos llama a los campos y carreras de nuestras vidas. A menudo hablamos del "llamado de Dios" de manera muy estricta, como si Dios "llamara" a las personas solo al ministerio ordenado. Eso es cierto: Dios llama a las personas a ser pastor@s y obrer@s de la iglesia. Pero el llamado de Dios no se limita al clero. Dios llama a cada un@ de nosotr@s.

El llamado de Dios siempre está en un futuro incierto. Cuando entramos en nuestros llamamientos, no tenemos idea de cómo terminará todo. Elegimos nuestras carreras y trabajos con la esperanza de poder usar los dones y talentos que Dios nos ha dado, pero no hay garantías.

Aun así, no debemos pasar por alto que el que promete el reino a las personas pecadoras es el mismo que llama a los pecadores al arrepentimiento y que llama a l@s discípul@s a renunciar a todo lo que deben seguirle. Para decirlo en términos paulinos, Cristo es mi vida (cf. Filipenses ‪1:21‬); Mi vida es un regalo total de él. Por lo tanto, también debo estar dispuest@ y preparad@ para perder todo por él. Como en Jesús todo se me da, en Jesús todo se me exige. La disposición de los cuatro discípulos a lanzar su suerte por completo con Jesús ilustra esa actitud. ¿Estoy list@ para aceptar el llamado de Jesús para ser una discípul@? Esta es tu pregunta de meditación para hoy.

Bendiciones

Padre Luis