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Lunes Santo

Buenos días, feliz Lunes Santo y bendiciones.
 
En el Evangelio de hoy en San Juan (12: 1-11) Judas Iscariote, uno de sus discípulos, levanta una queja a Jesús: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a las personas pobres?». Definitivamente esta es una preocupación muy válida aunque no sabemos con exactitud cuanta sinceridad hay en el corazón de Judas cuando presenta su queja y en el resto de los discípulos con su silencio de complicidad. Ahora bien, ¿qué fue lo que paso en esta historia?
 
En la cultura judía, cuando un visitante llegaba a una casa y se lo invitaba a comer, el deber del anfitrión era asegurar que fueran lavados los pies de la visita. Es lo que hizo María cuando Jesús fue a visitarla a ella, a Marta y a Lázaro. Lo cierto es que la actitud de María en este pasaje del evangelio según San Juan es una actitud de humildad y humillación. Ella sabía quién era Jesús. Tanto ella como Marta estaban seguras de que tenían enfrente a Cristo el Hijo de Dios.
 
Esta hermana llamada María sólo tomó el mejor y más costoso perfume que pudo encontrar y acarició (ungió) los pies de Jesús, enjugándolos con su cabellera. Y de momento la casa se llenó de la fragancia del perfume. La casa se llenó del gesto, de la cercanía sin palabras, del amor más desinteresado: ese que damos cuando nos damos a nosotr@s mism@s. Cuando damos sin ganar nada con ello. Pura desproporción. Puro derroche. Pura gratuidad. Solamente queremos consolar, sostener, calmar, cuidar. Y eso, seguramente, irritará a muchas personas: algunas te pedirán cuentas, como Judas, porque siempre hay urgencias mayores y necesidades que nos reclaman. Pero María elige y prefiere acariciar el corazón de Jesús, de su amigo que pasa por un momento complicado. Su amigo que, además, es el Señor de su vida.
 
Cuando pensamos en este evangelio, tendemos a centrarnos en lo que hace María y cuánto le costó a ella el perfume o la reacción crítica de Judas. Pero aquí realmente vemos lo que Jesús hace por María. El amor de Jesús convierte a María en discípula. ¡Jesús la levanta, incluso por encima de todas las demás personas, tan alto como Juan si no más! Esto realmente no debería sorprendernos. Sabemos que Jesús constantemente levantó a l@s humildes, l@s marginados, l@s rechazados, l@s pobres ... porque de ell@s es el dominio de Dios. Y ahora María es una predicadora.  María, la menos en su mundo, ahora es la primera de los discípulos. María predica, testifica a la luz del Uno entre nosotros, en esta mesa, a quien no reconocemos.
 
A veces es un dilema elegir entre lo correcto y lo justo, pero muchas veces depende de las intenciones del corazón. La intención de Judas parecía buena, pero detrás se escondía una idea maligna. Ojalá recordemos a esta mujer toda la Semana Santa. Sobre todo, cuando tengamos que elegir entre hacer algo importante, costoso, visible, o práctico, o tener un momento de cercanía sencilla con Jesús, nuestro amigo y nuestro Señor. Todo lo demás no está mal (prácticas religiosas, ritos, sacrificios, ofrendas, rezos, vigilias…) pero hay momentos en que merece la pena elegir un perfume y derramarlo con alguien. Y si esto vale para Jesús, ¿por qué no vivirlo también con otros hermanos y hermanas?

Y recuerda, los abrazos y los besos volverán.  No pierdes la fe.

Bendiciones

Padre Luis+

Date news: 
Lunes, Abril 6, 2020 - 20:30

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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