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María Magdalena, discípula y testigo para buenas nuevas.

 

Buenos días, feliz martes y bendiciones. 

 

Hay muy pocas escenas del Evangelio más conmovedoras que la que leemos en Juan 20: 11-18. María Magdalena, de quien Jesús había lanzado múltiples demonios, le debía todo a Jesús. María Magdalena fue una mujer que fue sanada por Jesús, y nunca dio esto por sentado. Ella lo siguió y escuchó atentamente sus enseñanzas. No podía volver a su antigua forma de vida, no después de haber sido liberada.

 

Cuando ella y otras fueron a la tumba para ungir su cuerpo antes de que terminaran los tres días críticos, encontraron una tumba vacía. A través de sus lágrimas vio ángeles preguntándole "¿por qué lloras?" ¿Qué clase de pregunta idiota es esa? "Los tal y tal que lo asesinaron ahora han robado su cuerpo y no sé dónde está". María Magdalena todavía estaba en estado de shock por la muerte de Jesús. Ella va a la tumba de Jesús, que perteneció a José de Arimatea. ¿Por qué? Ella va a llorar. ¿Alguna vez has ido a una tumba para llorar? ¿Poco después de la muerte de un ser querido? Yo tengo. Es una experiencia desgarradora.

 

Las narraciones de resurrección de cuatro evangelios registran con mucha precisión cómo las cosas se movían de una etapa a otra. Todos ellos quieren dar crédito a María Magdalena como la primera evangelista del proyecto de liberación salvífica de Dios. El coronavirus nos coloca en una mejor posición para sentir lo que María Magdalena estaba sintiendo el día de la resurrección. Pero Jesús honró a María con la primera misión, ir y proclamar su resurrección y vida eterna a sus apóstoles. Por lo tanto, en la historia de la iglesia comenzaron a llamar a María Magdalena la "apóstola de los apóstoles", debido a este testimonio. Se dirigió a aquellos hombres y mujeres que se escondían de miedo en el aposento alto, convencida de que serían los siguientes, quienes iban a ser detenid@s, y condenad@s, apedread@s o crucificad@s,  y les dijo la verdad, en palabras simples. "He visto al Señor".

 

 

Hay algunas lecciones que podemos aprender de la vida fiel de María Magdalena. Primero, deberíamos de ser inspirad@s por la gratitud. María Magdalena fue una mujer que fue sanada por Jesús, y nunca dio esto por sentado. Ella lo siguió y escuchó atentamente sus enseñanzas. No podía volver a su antigua forma de vida, no después de haber sido liberada. Segundo, tu pasado no importa cuando estás en Cristo. No sabemos mucho sobre la vida de María Magdalena antes de que los demonios fueran expulsados ​​de ella. Pero por cómo se trata a otros personajes de la Biblia cuando tenían demonios, podemos suponer que ella no era la mujer más popular de su ciudad. Probablemente fue rechazada, aislada y sin esperanza. Incluso puede haber experimentado una profunda vergüenza por estar poseída. Tercero, no dejes que las esperanzas desinfladas te depriman. María Magdalena fue testigo de la crucifixión. Ella escucho las últimas palabras de Jesús desde la cruz. Estoy seguro de que debe haberse alejado de ese día trágico con su espíritu desanimado. Ella no permitió que estas experiencias negativas y dolorosas la alejaran de Jesús.

 

Cuarto, recuerda que Jesús siempre te llama por tu nombre. Cuando María Magdalena escuchó su propio nombre pronunciado por el Señor resucitado, sus dudas desaparecieron y le llego la paz. Ella escuchó una voz audible, pero incluso hoy podemos escucharlo pronunciar nuestros nombres. Y quinto, sal y cuenta las Buenas Nuevas. Jesús, en una sociedad machista, dio a las mujeres la oportunidad de ser las primeras testigos de su resurrección. Confió en ellas para transmitirles estas maravillosas buenas noticias. Y lo hicieron. María Magdalena fue una de las primeras personas en compartir la verdad del Evangelio con un mundo quebrantado. Su testimonio te insta a hacer lo mismo. Las personas que te rodean están solas y sin esperanza.

 

Bendiciones

 

Padre luis +

Date news: 
Martes, Abril 14, 2020 - 10:15

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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