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El perdón infinito

 

 

Buenos días, feliz jueves y muchas bendiciones.

 

En el Evangelio de ayer hemos escuchado las palabras de Jesús sobre la corrección fraterna (Mateo ‪18: 15-20‬). En el Evangelio de hoy (Mateo ‪18: 21-19‬: 1) el tema central es el perdón y la reconciliación.

 

¡Perdona setenta veces siete! Ante las palabras de Jesús sobre la corrección fraterna y la reconciliación, Pedro pregunta: “¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces?" Siete es un número que indica perfección y, en el caso de la propuesta de Pedro, siete es sinónimo de siempre. Pero Jesús va más allá. Elimina cualquier posible limitación al perdón: “No siete, te digo, sino setenta y siete veces”. Es como si dijera “¡Siempre, Pedro! ¡Incluso setenta y siete veces! ¡Siempre!" Esto se debe a que no hay proporción entre el amor de Dios por nosotr@s y nuestro amor por nuestro hermano o hermana.

 

Jesús señala que el perdón no conoce límites. La incapacidad de perdonar a quienes nos han ofendido puede ser dañina y alberga heridas destructivas. ¿Hay personas a las que no puedes perdonar? Si es así, tienes que dedicar tiempo a orar por la posibilidad de hacerlo y detenerse en la frase del "Padre Nuestro": "perdónanos nuestras ofensas, como también nosotr@s perdonamos a quienes nos ofenden". (Mateo ‪6:12‬).

 

Nosotr@s no esperamos que Dios nos perdone una o dos veces o un número limitado de veces, sino siempre. No está escrito que tengamos, por ejemplo, solo 10 posibilidades de confesarnos y una vez que se agote nuestra cuota, no queda nada. Si eso es cierto en nuestra relación con Dios, también debe serlo en nuestras relaciones con las demás personas. Siempre debemos esforzarnos por no rechazar nunca una oferta de reconciliación.

 

El perdón nos cura. Nos hace personas completas. Hasta que no perdonemos, no nos sentimos complet@s. Nuestros estados de ánimo siempre cambian cuando nos encontramos con la persona que nos ha ofendido. Como personas cristianas, lo correcto es pedir perdón incluso si somos nosotr@@ los que hemos sido ofendid@s. Esa es la diferencia cristiana que debemos tomar en serio. El perdón de corazón no significa que olvides que el evento alguna vez tuvo lugar. Significa no acusar a la persona que te ofende de la ofensa. Esto también significa no mantener registros de las ofensas que has perdonado. Como Jesús, perdona sin contar las ofensas.

 

Hoy, pregúntate: ¿a quién necesito perdonar? Puede ser otra persona, o puede ser que necesitemos perdonarnos a nosotr@s mism@s por acciones o elecciones de las que no estamos orgullos@s. Te invito a que dediques unos minutos a reflexionar sobre esta cuestión. Naturalmente, es muy útil pedir perdón, sin embargo, hay situaciones en las que tenemos la oportunidad o el coraje de hacerlo en persona. Si ese es el caso, diga sus palabras de perdón en voz alta. Luego, después de un momento o dos, repita las palabras. Cuando hablamos palabras en voz alta, las vibraciones de nuestras palabras irradian por todo el espacio; por tanto, la persona a la que quieres perdonar sentirá tus vibraciones y tu perdón. Es probable que no sea un sentido consciente, pero su ser interior intuirá tu intención.

 

Además, cuando perdona a otr@, también liberarás el dolor, el sufrimiento o la ira que ha estado alimentándose en tu vida. Tu perdón a otra persona cambiará tus vibraciones y las vibraciones en todo nuestro mundo. ¡Qué maravilloso regalo para dar! Jesús nos da el ejemplo. En el momento de la muerte, pide perdón por sus asesinos (Lucas 13,34). ¿Soy yo capaz de imitar a Jesús?

 

Bendiciones

 

Padre Luis +

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Jueves, Agosto 13, 2020 - 10:30

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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