Jesús respalda nuestra humanidad común

Buenos días, feliz lunes y muchas bendiciones.

En este Evangelio (Mateo 9: 9-13) Jesús les dijo a los fariseos: "Vayan y aprendan lo que esto significa: 'Deseo misericordia, no sacrificio'". Las palabras de Jesús expresan este principio: "Las cosas santas son para las personas impías porque las cosas santas santifican a las personas impías. Las cosas santas dan la misericordia de Dios a l@s impí@s ". Cristo tiene poder no sólo para sanar y perdonar pecados, sino también para santificar, para hacer sant@s a l@s impí@s.

Una de las cosas más fascinantes para mí de esta historia no es lo que está escrito sino lo que no está escrito. Y lo que no está escrito es que en ningún momento Jesús le pidió a ninguno de sus invitados que se cambiara: simplemente los aceptó tal como son. Piensa en los personajes que son sus invitados.

Primero, está el mismo Mateo. Mateo era un recaudador de impuestos, trabajaba para las autoridades romanas que no le pagaban mucho y era costumbre de los recaudadores de impuestos cobrar de más a la gente y sacar las ganancias de la parte superior para ellos mismos. Entonces, Mateo habría sido visto como social y moralmente corrupto y se habría ganado la vida defraudando a otr@s con dinero. Pero Jesús no le pide que cambie: simplemente dice: "Sígueme". Él no dice: "Solo puedes seguirme si renuncias a tu estilo de vida pecaminoso": no hay condiciones en absoluto. Jesús simplemente acepta a Mateo exactamente como es y lo ama como es.

En segundo lugar, en el versículo 10 se nos dice que hay pecador@s en la mesa. Pero no se nos dice que Jesús les está predicando, diciéndoles que se arrepientan de sus estilos de vida. No, solo está pasando el rato con ell@s, disfrutando de una cena con ell@s; totalmente relajado en compañía de l@s pecador@s. No les pide que cambien. No se niega a comer con ell@s hasta que se hayan arrepentido. Jesús simplemente los acepta como son y los ama como son.

En tercer lugar, en el versículo 10 se nos dice que los discípulos de Jesús están cenando y, de nuevo, Jesús se siente perfectamente cómodo con eso. Demasiadas iglesias, consciente o inconscientemente, animan a sus miembros a socializar únicamente con otras personas cristianas; vivir en una especie de grupo santo como si mezclarse socialmente con no cristian@s infectaría de alguna manera nuestra espiritualidad. Pero el enfoque de Jesús es todo lo contrario. Está muy feliz de organizar una cena para recaudadores de impuestos, pecador@s y discípul@s, y está muy feliz de que sus discípulos se mezclen socialmente con recaudadores de impuestos y pecador@s.

Hay algo intensamente "humano" en este pasaje, y Jesús respalda nuestra humanidad común; sant@s y pecador@s, tod@s en un solo lugar, tod@s bienvenid@s en la mesa del Señor.

Solo podemos imaginar lo que Jesús vio en Mateo, qué fue lo que lo llevó a llamarlo a ser discípulo. Por mucho que nos gustaría saber, confiamos en Jesús. Cuando pienso en Jesús llamándome, me gusta pensar que sé por qué. Oro para poder seguir siguiendo a Jesús, incluso cuando no estoy seguro de lo que ha visto en mí o de cómo me está llamando a la vida.

Definitivamente, si yo he tenido una verdadera conversión con Jesús nadie me tiene que pedir que cambie mi vida de pecado. Ya estoy convencido y convertido que debo de hacerlo. Lo que Jesús nos pide es que simplemente aceptemos a las personas como son y que las amemos. De este amor surge el cambio de la conversión.

Hoy los invito a reflexionar junt@s sobre estas tres preguntas: ¿Qué significa seguir a Jesús como discípul@? ¿Qué significa confiar en Jesús como discípul@? ¿Qué significa obedecer a Jesús como discípul@?

Bendiciones

Padre Luis +