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Limpiando la mesa

 

 

Buenos días, feliz martes y muchas bendiciones.

 

El Evangelio de hoy (Lucas 14: 15-24) continúa la reflexión en torno a temas vinculados a la mesa y la invitación. Jesús cuenta la parábola del banquete. Se había invitado a muchas personas, pero la mayoría no asistió. El señor de la fiesta se indignó por la ausencia de l@s que habían sido invitad@s y luego envió a sus sirvientes a llamar a las personas pobres, personas lisiadas, ciegas y cojas. E incluso después de eso, todavía quedaba lugar. Luego ordenó a su criado que invitara a tod@s, hasta que su casa se llenara. Esta parábola fue una luz para las comunidades de la época de Lucas.

 

En las comunidades de la época de Lucas había cristian@s, que venían del judaísmo y cristian@s que venían de l@s gentiles, llamad@s pagan@s. A pesar de la diferencia de raza, clase y género, vivieron profundamente el ideal de compartir y de comunión. Pero hubo muchas dificultades porque algunas normas de pureza legal impedían que los judíos comieran con las personas paganas. E incluso después de haber entrado en la comunidad cristiana, algunos de ellos mantuvieron esta vieja costumbre de no sentarse a la mesa con un pagano. Ésta es la razón por la que Pedro tuvo un conflicto con la comunidad de Jerusalén porque entró en la casa de Cornelio, un pagano, y por haber comido con él (Hechos 11: 3). Ante estos problemas de las comunidades, Lucas mantuvo una serie de palabras de Jesús sobre el banquete. (Lucas 14: 1-24). La parábola sobre la que meditamos es una imagen de lo que sucedía en las comunidades.

 

Sin duda, Dios siempre nos invita a su mesa, le encanta pasar tiempo con nosotr@s. Aún así, a veces nos distraen muchas cosas. No son necesariamente cosas malas, pero se les da una prioridad incorrecta en nuestras vidas. De aquí el que hoy me pregunte; ¿hay algo en mi vida que se haya convertido en una "excusa" para no aceptar la invitación de Dios a su banquete? Escucho a Jesús contar esta historia. Dios quiere que sea un invitado a este banquete. ¿Qué se siente estar ahí? Los banquetes son para personas importantes; No me considero importante, pero Dios sí. ¿Qué reacción me provoca esto? Mientras leo este evangelio, me he estado preguntando; ¿Cómo me sentiría si me invitaran a una cena en la que Jesús estaría presente? ¿Me importaría si no conociera a ningun@ de l@s otr@s invitad@s? ¿Sentiría yo, en cambio, un vínculo común con tod@s l@s que fueron invitad@s conmigo, cada un@ regocijándose por la inclusión de la otra persona en la fiesta?

 

La mesa compartida suele estar presente en el Evangelio, una de las imágenes preferidas del propio Reino. Dios, el Rey, prepara un gran banquete con mucho cuidado. Tod@s están invitad@s a esta celebración donde podrán disfrutar de la generosidad del Rey. Esta es la Buena Nueva proclamada por Jesús, y así lo demuestra su cercanía a las personas pecadoras y a todas las personas necesitadas, y cuya mesa compartía con frecuencia. Al final de su vida, nos dejó la comida eucarística, como su propio recuerdo. Sin embargo, much@s no aceptaron la invitación, incluso aquell@s que habían sido invitad@s con anticipación. A much@s, incluso a nosotr@s mism@s, nos cuesta aceptar la invitación a creer que Dios es tan generoso que preferimos no acercarnos demasiado.

 

En general, ¿cuáles son las personas que están invitadas y cuáles son las personas que no están invitadas a nuestras fiestas? ¿Cuáles son las razones que hoy limitan la participación de las personas en la sociedad y en la Iglesia? ¿Y cuáles son las razones que dan algunas personas para excluirse de la comunidad? ¿Son solo razones?

 

Mientras seguimos reflexionando sobre estos asuntos, salgamos hoy a ejercer nuestro deber y derecho al voto para hacer un cambio en los que estarán sentad@s a la mesa. L@s que están ahora mismo no funcionan, limpiemos la mesa.

 

Bendiciones

 

Padre Luis +

Date news: 
Martes, Noviembre 3, 2020 - 13:15

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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