Paz en medio de la duda.

Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones

De alguna manera, cuando leo el Evangelio de hoy, Juan 20: 24-29, me confirmo que como personas cristianas tenemos nuestras dudas y tenemos a Jesús. Dudamos de nuestras dudas y le creemos. En otras palabras, esta es una historia de los discípulos, las discípulas que dudan.

Los discípulos que dudan no son solo aquellas encerradas en esa habitación ese día. ¿Quién más tú sabes que está encerrada, encerrado? ¿A quién más conoces que no sabe lo que sucederá? ¿A quién más conoces que tiene sus dudas? O más bien, ¿de quién son las dudas? No tenemos que mirar muy lejos para encontrar discípulos, discípulas que dudan ¿verdad?

¿Qué cambió las cosas para estos discípulos, discípulas? ¿Qué cambió las cosas para Tomás? ¿Tenían dudas? Si. Pero dejaron de creer sus dudas. Escucharon las palabras de Jesús: "La paz sea con ustedes". En lugar de creer sus dudas, dudaron de sus dudas. Ellas, ellos le creyeron a Jesús. ¿Seguían allí los líderes religiosos? Si. ¿Todavía estaban afuera para atraparles? Si. Pero Jesús les había hablado de su paz. Y al pronunciar esa palabra, "paz", les dio paz. Dios pronunció la palabra, "que la luz sea", y había luz. Dios es todopoderoso y Su palabra es poderosa. Su palabra no son solo palabras. Su palabra siempre cumple lo que dice.

Jesús nos dice: "la paz sea con ustedes". Escuchamos estas palabras y tenemos paz. No solo paz genérica, simple descanso y tranquilidad. Pero la verdadera paz, Su paz. Tenemos a Jesús mismo. Él nos aparece tal como se apareció a esos discípulos, esas discípulas el domingo de Pascua, y el próximo domingo, y todos los domingos después de eso. ¿Sabemos qué pasará mañana? No. ¿Todavía tenemos dudas? Si. Pero no necesitamos creer nuestras dudas. Nosotras, nosotros le creemos a Jesús. No sabemos lo que traerá el mañana, pero sabemos lo que traerá el último día. Sabemos que Cristo fue crucificado, que resucitó. Y sabemos que vendrá en gloria para llevarnos a la plenitud de su reino para siempre. Nosotros, nosotras tenemos a Cristo. Tenemos su paz.

La barrera de la fe para las discípulas, discípulos era el miedo y para Tomas la duda. Una palabra de Jesús venció el miedo y la duda. Pero es bueno que Jesús trate las necesidades de cada persona de manera diferente. Nos trata como individuos: María simplemente necesitaba escuchar la voz de Jesús y su dolora se curó; los discípulos, discípulas necesitaban recibir la paz de Jesús en sus vidas para liberarles de su miedo; Tomás necesitaba ver al Cristo resucitado y su duda fue apagada. Cada uno de nosotros, nosotras tiene necesidades diferentes, todas, todos hacemos preguntas diferentes, pero solo hay una solución: un toque de Jesús. ¿Estás lista? ¿Estás listo?

Bendiciones, 

Padre Luis +