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Hagamos un boquete en el techo

 

 

Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones.

 

La lección del evangelio de hoy (Marcos 2: 1-12) trata sobre lo que vemos y lo que no vemos. De hecho, toda la temporada de Epifanía en la iglesia nos lleva a través de los relatos del evangelio del ministerio terrenal de Jesús y nos ayuda a mirar a través de la oscuridad para ver si lo que estamos aprendiendo acerca de este Jesús arroja alguna luz sobre nuestra propia experiencia humana. Echemos un vistazo y tratemos de averiguar qué es lo que estamos viendo aquí en el evangelio de Marcos.

 

Esta dramática escena amplía los temas señalados en el encuentro de ayer con el leproso. Aquí, la gran multitud que se ha reunido para escuchar a Jesús hablar le recuerda al lector el ministerio universal de Jesús. A continuación, se revela una nueva dimensión de ese ministerio, porque sin que se le pida, Jesús perdona los pecados del paralítico. Los escribas ven las implicaciones de esto: ese hombre de Nazaret está usurpando un poder reservado solo a Dios. Mientras que toda la gente está asombrada y encantada de que él también cure al hombre, las autoridades religiosas ven que es una amenaza para ellos mismos. Como vemos más adelante en la Pasión, finalmente derriban a Jesús, lo eliminan y regresan al estatus quo en el que solo ellos están a cargo.

 

Lo que pudo haber sido una simple curación se convierte en una tensa confrontación teológica. Es Jesús quien instiga esto al perdonar los pecados del paralítico (lo que no se le pidió que hiciera). Los escribas presentes consideran que esto es una blasfemia. Solo Dios puede perdonar los pecados. Entonces Jesús usa su poder para sanar el cuerpo como una señal de que tiene autoridad para sanar también el alma. Marcos ya está señalando el cargo por el que las autoridades judías buscarán más tarde la pena de muerte para Jesús: la blasfemia.

 

Una de las cosas más vivificantes que Jesús está haciendo en los textos del Evangelio como el de hoy es perdonar nuestros pecados. Al hacer esto, nos anima no solo a perdonar a l@s demás, sino, ante todo, a perdonarnos asimismo a nosotr@s mism@s. Si lo hacemos, aprendemos a vivir en paz con la realidad de que somos seres humanos limitad@s y cometemos errores o, a veces, somos negligentes en la forma en que nos relacionamos.

 

Este Evangelio nos invita a llevarle a Jesús algún fracaso del pasado por el que nos cuesta perdonarnos. A la luz de la lectura de las Escrituras de hoy, escucha el deseo de Jesús de perdonarte y también su deseo de que te perdones a ti mism@. Si encuentras atractiva esta capacidad de Jesús para perdonar, déjaselo saber.  

 

Te confieso que Yo también a veces me siento paralizado por los miedos o por la falta de energía. Y me presento ante Jesús, sin disfrazar mi impotencia. Pero permito que la fuerza de Jesús se haga cargo y entre los dos hacemos un boquete en el techo y así yo poder entrar.

 

Y recuerda, el paralítico dependía de sus amigos para llevarlo a Jesús. Es la fe de estos amigos la que Jesús reconoce y responde. El paralítico mismo nunca pronuncia una palabra en todo momento. En nuestro discipulado de evangelismo, ¿podemos traer a alguien a la iglesia (en persona, zoom o facebook) para que venga y vea?

 

Bendiciones

 

Padre Luis +

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Viernes, Enero 15, 2021 - 17:15

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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