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A veces prefiero mantener las partes menos presentables de mi vida fuera de la vista de Jesús

 

 

Lectura: Muchos lo reprendieron y le dijeron que se callara, pero él gritó aún más: "¡Hijo de David, ten misericordia de mí!" Marcos 10:48.

 

Buenos días, feliz jueves y bendiciones.  

 

El evangelio de hoy (Marcos 10: 46-52) nos recuerda que a veces en la vida nos sentimos estancad@s, incapaces de tomar una decisión, confundid@s. Generalmente, es porque sentimos que no nos vemos con claridad; no vemos la situación con claridad ni qué camino tomar para salir de ella. Quizás sea porque las cosas no están claras, para empezar, pero muchas veces somos nosotr@s l@s que nos engañamos: preferimos no ver.

 

No es casualidad que cuando un@ está deprimid@, cierra las cortinas y busca refugio en el sueño, en la ilusión de que podemos distanciarnos de la realidad. Muchas veces nos cegamos, como Edipo. Nos negamos a mirar las consecuencias de nuestras propias decisiones. A veces es el peso de nuestro pasado lo que nos detiene porque sentimos que no podemos cambiar. Podemos sentirnos totalmente perdid@s, como una botella de aceite hecha añicos en el pavimento, como el tiempo despiadado que se nos escapa de las manos sin esperanza de recuperarnos jamás. Bartimeo es un poco así.

 

Y tal vez no sea por casualidad que el encuentro descrito en este pasaje del Evangelio ocurra en Jericó, la ciudad construida bajo el nivel del mar, la ciudad que representa el abismo de la humanidad, nuestras miserias, los lugares en los que nos sentimos hundid@s, deprimid@s y especialmente sol@s.

 

Bartimeo irritaba a la multitud; le pidieron que se callara, se avergonzaron por la atención que estaba llamando. ¿Podría haber alguna parte de mí que prefiera callar? Dirijo que todas mis necesidades sean expresadas ya que estoy aquí en oración. Sin su capa, el ciego podría estar aún más perdido: perdería la protección de los elementos. Fue una de sus posesiones más esenciales. Al ir a Jesús, lo dejó ir. En la oración hay mucho abandono. Entregamos las desilusiones, las heridas y el dolor lo mejor que podemos. Se los entregamos a quien nos ama y da mucho más a cambio.

 

A veces abro los ojos por la mañana y no noto la luz del sol, el verde de los árboles, los colores de mi habitación, el calor o la tristeza en los rostros que me rodean. Si hubiera sido ciego, como Bartimeo en el evangelio de hoy, anhelaría abrir los ojos y ver todo lo que se ve. No podría tener suficiente de este mundo lleno de luz a mi alrededor. Como la gente que regañó a Bartimeo diciéndole que se callara y que no los avergonzara, a veces prefiero mantener las partes menos presentables de mi vida fuera de la vista de Jesús. Pensando en esta escena, me doy cuenta de que Jesús quiere detenerse, escuchar mi súplica de ayuda y curarme.

 

Bendiciones

 

 Padre Luis +

Date news: 
Jueves, Mayo 27, 2021 - 12:30

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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