¿Alguna vez rechazamos o juzgamos a las personas que parecen ser más de lo que pensamos que deberían ser?

 
Lectura: Y se sintieron ofendidos con él. Pero Jesús les dijo: "Un profeta no carece de honra excepto en su propia ciudad y en su propia casa". Mateo 13:57.
 
Buenos días, feliz viernes y muchas bendiciones mi querida familia.
 
El Evangelio de hoy (Mateo 13: 54-58) comienza cuando Jesús regresa a su "lugar natal". Cuando regresa a casa, inmediatamente va al templo y comienza a enseñar a la gente. Much@s estaban asombrad@s y admirad@s. Después de todo, much@s de ell@s habían visto crecer a Jesús. ¡Sin embargo, aquí estaba predicando y enseñando! Se preguntaban un@s a otr@s: “¿De dónde sacó toda esta sabiduría? ¿Cómo es capaz de realizar hazañas tan poderosas? " Sabían que era un simple carpintero, como su padre, José. Y conocían a su madre y a tod@s sus herman@s. ¡Tuvieron una gran dificultad para comprender todo esto!
 
En lugar de estar orgullos@s de Jesús y de su inteligencia y sabiduría, algun@s de sus vecin@s y parientes se sintieron ofendid@s por él. Me pregunto: ¿estaban celosos de Jesús? ¿Pensaron que Jesús pensaba que él era mejor que ellos? ¿O le tenían envidia? ¡Por sus palabras y acciones, despreciaron a Jesús! Y así, no pudo realizar grandes hazañas allí. ¡Su falta de fe era demasiado profunda!
 
Tómate un momento y "ponte la mente y el corazón de Jesús". Imagínate las emociones que deben haber atravesado a Jesús durante este encuentro. Estaba tan feliz de estar en casa. Jesús amaba a su ciudad natal. Y amaba a la gente del pueblo. Y, sin embargo, no podían aceptar en quién se había convertido. Querían que permaneciera como estaba cuando vivía entre ell@s. ¿Estaban celos@s? ¿O se sintieron intimidad@s por este lado de Jesús? ¿No lo aceptarían como era? ¿No podrían amarlo como a un prójimo y como un pariente?
 
¿Alguna vez evitamos o juzgamos a las personas que parecen ser más de lo que pensamos que deberían ser? ¡Asumo que tod@s lo hacemos! A veces, hemos juzgado a otr@s antes de que nos demos cuenta de que lo estamos juzgando. En estos momentos, tenemos una opción: seguir juzgándoles o elegir dejar de lado nuestro juicio cuando nos damos cuenta de que estamos juzgando a esa persona. La elección siempre es nuestra.
 
Podemos ignorar o despreciar fácilmente lo que nos es familiar. ¿Cómo fue para Jesús cuando su propia gente 'se ofendió por él' solo porque lo conocían? Habla con Jesús sobre esto, recordando lo que te sucede a ti mismo cuando la gente es grosera contigo. Pídale a Jesús la gracia darse cuenta de que cada vez que lo encuentras en su oración, se encuentra con Dios. Deja que su inquietante frescura te cautive. Como María, permite que Jesús haga "obras de poder" a través de ti para el bien del mundo.
 
Hoy, consciente y deliberadamente, podemos "ponernos la mente y el corazón de Jesús". Si lo hacemos, ¡es posible que descubramos que somos personas más pacíficas, amables y amorosas! ¡También podemos estar más alegres y gozosas! ¡Y podemos recibir más regalos de los que hemos dado!
 
Bendiciones
 
Padre Luis +