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Liberación Salvífica

Buenos días, feliz jueves y muchas bendiciones. 

En el evangelio de Marcos ‪14: 12a‬. 22-25 aprendemos sobre la institución de la Eucaristía. Cuando nos reunimos para celebrar y recibir la Eucaristía, debemos recordar que es más que un banquete, más que un sacrificio y más que un memorial en el sentido habitual de la palabra. En la Eucaristía nos encontramos con Jesús personalmente.

La práctica de la eucaristía es también justicia y liberación. Sin embargo, la práctica de la Eucaristía se ha vuelto tan ritualizada y privatizada que ha perdido gran parte de su significado, lo que significa que un examen de su práctica original puede ayudarnos a recuperarnos. Enfrentar la muerte es ser testig@ y colaborar con el amor que levantó a Jesucristo de la muerte.

La Última Cena fue una verdadera comida, no una adoración ritualizada. Olía a cordero asado y hierbas, el ruido de los platos, las salpicaduras de vino vertidas en una copa y la conversación en la mesa: susurros, risas y preguntas. Quedaban restos de pan y carne en el plato: los restos de una comida. La "partición del pan" eucarístico en el contexto de una comida real donde se satisfacen las necesidades humanas más básicas se dio por sentado en la iglesia primitiva.

La Eucaristía es una comida comunitaria compartida. Desde el principio, celebrar la Eucaristía implicaba compartir bienes y posesiones. Sin embargo, la unidad de partir el pan y compartir los bienes es un hilo continuo de pensamiento y práctica durante los primeros cuatro siglos de la iglesia.

San Juan Crisóstomo nos dice que alimentemos a las personas hambrientas y luego decoremos la mesa. El templo del cuerpo de nuestr@ vecin@ afligid@, advirtió, "es más sagrado que el altar de piedra en el que celebras el sacrificio sagrado. Puedes contemplar este altar en todas partes, en la calle y en las plazas abiertas". La comunión "no es meramente en las palabras con el pan y el vino debidamente compartidos, sino en esta acción de una distribución abierta de bienes e ingresos. Aunque es indudablemente difícil recuperar esta participación comunitaria en una cultura empresarial individualizada, tal perspectiva es fundamental porque está en el corazón de la Cena del Señor.

 

El pan y el vino son los productos del trabajo humano, que Cristo toma, bendice y comparte por igual. Ya sea con levadura o sin levadura, el pan significa el "pan de cada día" de la Oración Jesús. Es significativo que Cristo usara alimentos producidos por el trabajo humano, no frutos arrancados de los árboles. Alguien ha sembrado, cosechado, molido, amasado, horneado y comercializado el pan que el Señor bendice. Traemos al Jesus resucitado un símbolo de todos los alimentos básicos producidos en nuestra sociedad. Nuestros sistemas de producción no distribuyen los alimentos por igual, pero Cristo nos quita los alimentos y se asegura de que todos sean alimentados.

En la Eucaristía, tod@s reciben por igual. Cristo atrae a sí mismo y ama a cada uno por igual, pero de manera única. No hay judío ni griego, esclavo ni libre, amo ni sirviente, director ni empleado. En cada Eucaristía, hay un/a servidor/a sin servidumbre, que nos lava los pies y habla irónicamente de aquellos poderes que dominan sobre l@s demás y luego reclaman el título de benefactor.

En otras palabras, la Eucaristía es un recordatorio inequívoco de que la iglesia está llamada a construirse sobre relaciones de amor y mutualidad, no de poder y dominación, no para su propia satisfacción, sino como testigo político, como heraldo de la liberación salvífica de Dios.


Bendiciones

Padre Luis+

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Jueves, Junio 4, 2020 - 18:00

Ministerio en el tiempo del Coronavirus (Covid 19): Prevenir, curar y acompañar

Ahora tenemos que darle forma a lo que algun@s han comenzado a llamar; La Iglesia en Casa. Aunque yo me sigo preguntando; ¿qué hacen quienes no tienen un hogar? Por esto a la misma vez, estoy declarando desde hoy en nuestra Iglesia Santa Cruz una jornada de cuaresma de oración, ayuno y leer la Biblia en el Tiempo del Coronavirus.

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